Cómo los perritos son bienvenidos en la playa del Perelló, o al menos hacen la vista gorda, guión no multan en ella, cuando estoy allí la bajo a la playa. Poniendo todo el cuidado que pongo siempre en recoger sus kkitas, que son bombas de napalm por como huelen. A veces, con rabia, debo admitir, recojo también las que me encuentro de cualquier desaprensivo que las deja allí esparcidas por la arena, sin hacerles el menor caso, como si lo que haga su perro no le concerniera en absoluto. Sin embargo me sabe mal que queden allí, dando razones a los que odian los perros. Además, si tenemos ahora la suerte, en el invierno, de poder meter a los perritos en la playa sin temor habrá que poner el doble de cuidado, no se lo vayan a pensar. Así que cojo otra bolsita y las recojo. En el parque aquí en Paterna no, hay tantas que no haría otra cosa (me concentro en las "mías" nada más), pero en la playa si las veo las recojo (y también bolsas de papas, tapones o envases de lo que sea).
Lo vengo haciendo hasta el otro día, caminé no más de 30 metros y me encontré con tres kkas distintas, o iguales, ennegrecidas y secas. Pobre perro que convive con alguien tan cochino. Si el perro tuviera manos se las recogería él mismo, no me cabe duda. Ona intenta tapar sus excrementos echando lo que sea con las patas traseras. Lástima que haya gente tan cochina.
Hay que ser marrano. Es que siempre me pilla mirando el móvil, dirá. Pagaremos justos por pecadores, pero yo me harté de recoger la mierda de otro. Pasé por encima sin pisar y volvimos a casa.
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