Tanto nos han mareado con el mercado de animales guarros de Wuhan, que era una tapadera del laboratorio donde hacían mezclas por mezclar vasos humeantes con probetas y al final no fue ni en un sitio ni otro, fui yo, que siempre he sonreído con ojos de chino. A ver si después de ponerlos a parir por todo este enojoso asunto, que no quita para que les tenga como suministrador casi exclusivo de tecnología, va a ser verdad que no tienen culpa ninguna, las aguas fecales ya decían que esto del Covid estaba entre nosotros mucho antes de que dieran ellos la voz de alarma, que eran nada más perjudicados como todos, pero de los que ponen atención. El problema eran las cañerías de mi casa, Valencia ya por aquel entonces, que se llevaban lo peor de mí en los distantes días de Enero en que yo fui el primer enfermo y a la vez el primer superviviente.
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