A nadie sorprende cuando pesco un euro aquí o allá, que no me sirven para hacerme rico pero si para tener una estupenda relación con la chica del confeti, que me deja todo regado, pero a la que no se le puede reprochar nada, si hace tan bien su trabajo que parece ella la misma ALEGRÍA, rubia, jovial y de buenos pulmones.
A veces me ha dado en sospechar que esa alegría desbordante la mostrará con todos, al fin y al cabo es su trabajo echarte el confeti y festejar el premio contigo, y alguna vez me ha salido decirle esa frase tan manida, pero no menos cierta del: Eso se lo dirás a todos. Aunque luego doy yo mismo con la respuesta, sólo a los más afortunados.
Con el tiempo que llevo jugando los mismos números es verdad que no me ha de quedar tan lejos, yo no soy el cenizo que cantaba José Luis Perales que llevaba jugando, para no ganar nunca, tropecientos años.
Sin embargo no puedo ser muy optimista hoy. En el fregadero había en su vaso metálico (de Ikea, como todo lo demás) dos tenedores y una cuchara. A esta última buscaba yo para revolver el azúcar de un café.
Pues bien, echo mano y sale tenedor. Pruebo de nuevo y tenedor otra vez.
Así que de suerte en el juego voy justito. Como se va demostrando.
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