Llevo unos días en el Perelló y no sé si la mocita del confeti habrá ido a la otra casa, para decirme lo de los millones en confeti que corresponden al gordo, y se ha quedado con el timbre en la mano, tocando sin nadie que abra. Ha mirado por la ventana y ha visto las luces que enciende Google por voluntad propia, y se ha dicho, tanto buscarlo y al final éste no quiere el premio. Otro para quedar desierto.
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