martes, 18 de enero de 2022

Me ha dado por discurrir razones al insomnio que me aqueja de un tiempo a esta parte. Alguien dirá que es que no tengo la conciencia tranquila, que todo eso de sentar en el banquillo a bancos e inmobiliarias ha de dejar secuelas. Pero no es eso, ese trámite es agua pasada y yo sigo más o menos igual. Será que te estás haciendo mayor, dirá otro, a lo que solo puedo contestar Tú puta madre! Con perdón, no voy en serio. Espera, de hecho si voy en serio. Y mi discurrir va rondando un poco por esta idea. Y si duermo mal porque mi tiempo se acaba? Y si el cuerpo, la cabeza o lo que corresponda intuye un final próximo para mí y está rescatándome del sueño para que no pierda más tiempo.

Yo soy de los que quiero desmitificar la muerte, esa valiente hija de puta, ella sí, que gana siempre, lo quieras o no. No solemos hablar de la muerte, es aquella a la que no hay que nombrar nunca, pues mientras no llega no existe. Sin embargo no tiene ninguna aureola especial, el morir te llega como la necesidad de cagar (con perdón de nuevo, pero este paralelismo me vale igual que para hablar de Umbral, al que le llegó hace un puñado de años). Como a cagar llegamos al morir en completa soledad y aparece, como las ganas, tarde o temprano. Sólo te compete a ti, y a ella te enfrentarás por ti mismo y sin nadie más.

Yo, que soy de encontrar respuestas a las grandes preguntas me podría proponer ser inmortal, volverme inmortal. Qué cómo conseguiré tal cosa?

Bien sencillo, no parando de escribir. Si durante los años que me quedan escribo un párrafo cada día para colgar aquí de forma pública, y luego de tapadillo, al caer de la tarde dos o tres más, que no cuelgo, que no hablen para nada de la actualidad, sino de mí, de mis cosas, para programar a continuación su publicación en Blogger (me parece recordar que esto se podía hacer) para el futuro, nos podríamos encontrar con mi cuerpo y mente incinerados (recordar que lo prefiero al cementerio) y sin embargo llegando, quizá cada día, quizá con otra periodicidad posts nuevos, inéditos, como si estuviera vivo, en lo que sería una burla a la muerte, y a efectos prácticos un milagro de quién asoma por aquí la novedad de letras nuevas, en mis días no vividos, pero siempre con algo por decir, algo nuevo, nunca visto u oído, y con una finalidad clara, que Pablo conozca a su padre. Él me va a sobrevivir, y podría esperar con variable entusiasmo la llegada, por ejemplo, de las 5 de la tarde para ver si ese día tengo algo que contar. Lo escrito permanece por siempre, esto ya lo tengo dicho. Pero podría escribir, si me pongo a ello, párrafos nuevos allá hacia el 2100, cuando no es razonable que ya siga vivo ( si este dormir tan mal no anticipa males antes).

Lo único que necesito es que Blogger no se caiga. Que no quiebre. Lo que es poco probable perteneciendo a Google. Ni tampoco que un becario en prácticas, recién salido de la FP, me borre los post sin querer.

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